domingo, 2 de junio de 2013

San Juan de Ortega

Tumba de San Juan de Ortega

Hoy recuerda la Iglesia a Juan de Quintanaorduño, más conocido como san Juan de Ortega, uno de esos santos olvidados que vivió entre 1080 a 1163. De joven, fue discípulo de santo Domingo de la Calzada, colaborando en sus obras de caridad en favor de los peregrinos a Santiago. A la muerte de su maestro en 1109, decidió peregrinar a Tierra Santa. Pero, a su regreso, la embarcación naufragó. encomendó su vida a san Nicolás de Bari, y en acción de gracias por su salvamento, hizo voto de construirle una capilla. Así lo verificó en un lugar de los Montes de Oca lleno de ortigas (ortega), siendo el núcleo inicial de lo que después sería el Monasterio de San Juan de Ortega. Cuidó la Calzada desde Logroño a Burgos, construyendo varios de sus puentes. Sobre la Capilla de San Nicolás dejó una comunidad de canónigos regulares bajo la Regla de san Agustín. Falleció en Nájera, a una edad muy avanzada, en 1163. Sus restos fueron trasladados al monasterio por él fundado.

Esa comunidad religiosa estuvo bajo la protección del Romano Pontífice hasta el año 1431,en el que debido a la decadencia en el que se encontraba, fue cedido a la pujante Orden de san Jerónimo, que lo hizo florecer hasta su definitiva supresión, durante la Exclaustración decretada por Mendizábal,en 1836.


San Juan de Ortega ha conocido un cierto renacimiento debido al resurgir de las peregrinaciones jacobeas, y a la callada y excelsa labor de un benemérito sacerdote, don José María alonso Marroquín, que en aquella soledad se estableció para ayudar, como hiciera su antepasado, a los peregrinos.

El conjunto combina elementos románicos, con otros del primer renacimiento. Se debe no sólo a la labor de los monjes jerónimos, sino también al hecho de que San Juan de Ortega fue considerado como intercesor para tener hijos, lo cual motivó que Isabel la Católica acudiese a la tumba del santo para pedirle este favor. Nació, efectivamente el efímero príncipe que recibió el nombre del Santo, Juan, y en agradecimiento, la reina católica sufragó la construcción de una magnífica capilla.

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